lunes, 11 de mayo de 2009

Cultura libre - Lawrence Lessig

Exhaustivo es el análisis de Lawrence Lessig. Me ha gustado la frase "La creatividad depende de que los dueños de la creatividad no lleguen a tener un control perfecto". Efectivamente, la creatividad para ser tal debería ser libre, libre la idea y libre el acceso. Está claro que la propiedad creativa también debería estar protegida pero la clave está en el cómo, si se va a proteger impidiendo o se va a permitir el acceso a la cultura.

El diagrama de las formas por las que el individuo y el grupo pueden ser regulados me ha gustado especialmente, porque a veces no te paras a pensar en ello, en que no sólo las leyes nos regulan. Además de las leyes, nos restringen las normas, el mercado y la arquitectura (jamás se me habría ocurrido, pero ahora comprendo que puede ser una limitación), restricciones que pueden cambiar y cambiarse. Con internet, de hecho, han cambiado y el Libro Blanco de 1995 se aseguró de que el Congreso endureciera las leyes de propiedad intelectual, de que las empresas adoptaran técnicas innovadoras de márketing (regulación del mercado), los técnicos se esforzaran en desarrollar código que protegiera los materiales con copyright (regulación de la arquitectura) y los docentes educaran a los chavales para proteger mejor el copyright (normas). Pero ¿es justo que el estado interviniera? Ha habido muchos cambios tecnológicos que han supuesto la ruina para muchos, las máquinas han destruido muchos empleos pero no por ello se ha limitado el progreso. ¿Qué intereses hay detrás de la industria creativa para que el estado se esfuerce tanto en intervenir? ¿Quiénes son aquellos que salen perjudicados por culpa de internet? ¿tan importantes son?

Continuando con la idea inicial de la creatividad, si el gobierno protege a los ganadores de las posibles pérdidas (a los cantantes comerciales que tanto se quejan de la piratería, a las grandes productoras de cine) se excluirá a los pequeños y la protección obstaculizará de alguna forma el progreso. El efecto neto del aumento masivo de la protección será devastador para la creatividad.

Es curioso como el sistema de protección es cada vez más restrictivo. En vez de avanzar hacia la libertad lo hacemos al contrario. Antes los plazos máximos de copyright se concedían sólo si se solicitaba expresamente, a partir de 1976 el plazo de copyright era sólo uno, el máximo plazo, que se ha ido aumentando progresivamente. Además, las limitaciones de procedimiento para obtener este derecho son menores, ahora el copyright es automático.

¿Es posible que tanto, cada acto creativo que es reducible a una forma tangible, tenga automáticamente copyright? La protección sigue a la creación, curiosa frase. Pero más curioso es el ejemplo que pone de la lectura, que antes de internet leer no motivaba la aplicación de la ley de copyright. ¿Ahora sí, hasta dónde hemos llegado?

El caso de Video Pipeline es bastante llamativo para poder conocer el poder de las grandes productoras y lo absurdo de todo ello, como absurdo es el caso de los hermanos Marx y los hermanos Warner, buena respuesta para una cuestión llevada al extremo.

Es sorprendente cómo la tecnología influye en todo esto, como el caso del lector de e-books de Adobe, que controla a través de esos permisos para poder hacer determinadas cosas. No tiene sentido que te prohiban imprimir x páginas o leer en voz alta, ¿donde está el permiso de acceso a la cultura?

Los casos de Aibo y Felten son el colmo del extremo, casos en los que mejorar, ir hacia el progreso, ha significado el gran delito de romper un sistema de protección de copyright. ¿No se miran los fines, el porqué se ha hecho?

El tema de la concentración e integración de los medios audiovisuales es sin duda la clave de todo, la causa de que haya tantos intereses en este tema. Productoras unidas a medios de comunicación, fusiones entre grandes, un control absoluto de lo que vemos en manos de unos pocos; la creatividad limitada al completo. Eso también pasa en España, donde se emite lo que quieren emitir las grandes productoras que se reparten el pastel, sin apostar por formatos nuevos ni por ideas innovadoras.

"Nunca en nuestra historia como hoy en día ha tenido menos gente el derecho legar a controlar en un grado tan alto el desarrollo de nuestra cultura". Aterradora conclusión, ¿es esto positivo para nuestra sociedad?

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